viernes, 12 de diciembre de 2014

10. Ama a tu libertad

Atrapada en su libertad, ella no cierra los ojos,
no se enamora, no llora.
Ella no mira más allá de la diversión,
odia el control, odia el amor.

Atrapada en su libertad, vive a toda cuesta,
no se para a respirar, ni a oír el ruido de sus botas.
Ella no intenta vivir, sino que se desliza
en una cuesta que no duele, que no se siente,
por la que van los niños tristes;
los adolescentes desgastados.

Ella nunca se pierde, se hizo su mapa
de la vida que será roto y basto
cuando encuentre la sonrisa deseada
en Roma o en Praga.

Atrapada en su libertad, ella no cierra los ojos,
y ya no sabe lo que es soñar.
Ha oído hablar de historias de amor
en las que los protagonistas se acaban por odiar.
No quiere saber de lágrimas profundas,
solo de sonrisas que espantan al amanecer
y atraen la noche en plena tarde
para sentir el frío y a la soledad plena
poder volver a abrazarse.

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