jueves, 11 de diciembre de 2014

1. Recogí hojas muertas de árboles bajos.


Recogí hojas muertas de árboles bajos.
Cada hoja me  cuenta una historia, parecida a un relato de algún poeta de pacotilla. Cada hoja muerta era una lágrima mía. Expulsé todas las lágrimas que sentía y me quedé realmente vacía. Al igual que el tronco del árbol en otoño: me decían “triste” porque en mis ojos reinaba la tristeza. Me decían loca pero perdí mis locuras en algún libro sin final, pues cualquier felicidad era alerta para una profunda amargura. Entonces entendí lo que para el otoño significaba la llegada de la primavera.
Recogí las hojas muertas de los árboles bajos; añadí a mi pared historias sin blancos.

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