martes, 27 de octubre de 2015

D-Utópico

Vuelvo al cigarro de después
a soñar con soldados
y comuneros que saben cerrar la puerta.

Oigo la luna disparar contra la injusticia
mientras mi vecino practica orgías.

Me quema la sangre de ser tan roja
y ya no sé si mi piel es lienzo,
constelación, mierda o poesía.

Creo en las mentiras que dice el niño de tres años de mi vecino
sobre todo cuando dice: "algún día
te llevaré conmigo a la luna",
y solo soy capaz de decirle con la voz rota de tanto fumar:
"ojalá que sí, lejos de todo esto"
cuando realmente solo pienso
en sí estarán más o menos buenas
las mujeres que viven en la luna.

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