océano, mar o tormenta,
ni a los ojos oscuridad,
ni a los que de bosque se alimentan.
Hoy le verso a los ojos
de miel y de otoño marchitado;
a los ojos rasgados
que saben a un pasado
del que solo se lloran penas.
Yo ya no le escribo a los ojos
ni de miel, ni de azúcar, ni de veneno,
ahora le escribo a la mirada
que dispara fuego helado
dejando a un lado la calma
para prender al corazón en ansias
de un futuro que se ve marchitado
por palabras con filo en un comienzo
que apenas ha comenzado.
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