domingo, 15 de febrero de 2015

23. Niebla.



                                                   olvida
Cuando crees que no sabes nada de tu vida, buscas la causa de tus heridas y te das cuenta de que tu alma no es más que un tallo con espinas que sigue hiriéndote, haciéndote cada vez más daño.

Empiezas a comprender que todo te pasa por inocente e ilusa, que cada vez que te perdonas, te sientes más confusa. Lo apuestas todo para perder y una vez que ya has perdido, sigues sin aprender. Te sale otra espina y sangras, sangras tanto que llegas a conclusiones bastas, desesperadas, deprimentes; la mala suerte te seguirá acompañando más allá de la muerte.

Alguna vez entenderéis que yo, yo solo me entrego a la poesía que en tantos años, solo ella ha estado ahí, dispuesta; en prosa o en verso; lírica, con rimas y medidas; diferente, romántica y realista. Cuando entendáis que la poesía es mi fuego, entenderéis porque le dije que era el agua.

No hay flores que adornen este tallo, ni rosas ni claveles.
No hay vientos que lo arranquen, vienen fríos meses pero no traen vientos, ni tampoco flores.
No hay mujeres que lo ablanden, ni tetas ni sonrisas para que esto calme.
No hay llantos que lo callen, ni mares de lágrimas, ni gotas de sangre,
Sí, yo soy el tallo con espinas, y mira, mira como duele que salga tanta sangre y tanta palabrería. Ya ves, no hay paracaídas que me salve, tan solo la poesía. Te has ido porque has podido y no has preguntado por mí, por eso, te digo que no eres mejor que la soledad compartida con Montero, ni la nostalgia con Mawan.
Yo, ya no te quiero. Eres la séptima espina, solo que tú, tú me dejas un inmenso agujero.

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